CARTA DE AMOR A TAURO
Disfruta de este texto lírico que se convierte en una carta de amor a Tauro.
TAURO
Me gustaría contarte lo que pasó y lo que no pasó, para que decidas si quieres seguir dándome calor. ¿Cómo soplarle nuevas canciones al viento, cómo esperar lo imposible, cómo estar seguro de que no cambiarás de opinión? No te he visto hacerlo muchas veces, pero creo que sabrás ser flexible como las olas, cuando ya sé y cuando supe, cuando espero y cuando te quiero. Siento tu solidez, tu firmeza, tu fiabilidad, te oigo cálida, serena, suavemente.
Como tú, yo sé esperar milagros, pero te he visto ser a la vez tenaz roca y dulce boca y ya no he dudado más de mi fé. Ahora quiero mostrarte todos los caminos que me llevan hacia ti. Tu entrega serena, tu constancia, tu vehemencia en el amor, tu pasión desatada. Te veo crear realidades con hilos de sueño, edificios con imágenes, creo en ti. Tu fidelidad es para mí un norte, un lugar en el que posar mis pensamientos cansados.
Te veo progresar en cada paso, aprendiendo de tus errores, disfrutando de tus éxitos, sabes sacarle a la vida sus joyas más preciosas. Ahora veo rugientes rubíes en tus manos, distantes diamantes, cercanas perlas y sé que conoces lo importante: cuándo sonreír, respirar profundo, andar lento, querer sincero, e inspirar paz. Ser para ti es lo que pretendo, saber que no vivo porque sí.
Colaborar contigo tejiendo una manta hecha de calor y sincero aprecio, que nos cobije en las noches sin Luna, cuando los suspiros sean muchos, cuando la vida se estreche y cuando tu frente se rice. Quiero ofrecerte espuelas de plata que hagan que tus bríos se levanten, atardeceres de oro que llenen tu alma y mis besos. Anhelo de ti tu presencia firme, tu nobleza, tu resistencia a los envites del mar, tu negativa a ser vacio.
Después de lo bueno, quiero lo mejor, me has enseñado a vivir de pie y me gusta sentarme a tu lado. Siendo tu compañía he encontrado un largo lago, un puente entre dos islas, un escudo y rica sopa de corazón pleno. Si quisieras oír, como sabes hacerlo, entre dos sonidos un instante, entre dos susurros un anhelo. Si quisieras ver, mirarías a la vez a mis dos ojos y no te sorprendería encontrar la última pieza de tu puzle de tiempo y sabrías que tu búsqueda ha acabado.