«Estamos en la Era de Acuario», pero más allá del año 2.160 se habrá producido la transmutación del eje polar de Piscis a Acuario, con lo que el influjo será pleno.

LA ERA DE ACUARIO. LA REALIZACIÓN DE LA HUMANIDAD.

En los últimos dos mil años el hombre ha buscado incansablemente su identidad. Después de una verdad que se defendía a capa y espada opuesta a la de los otros aparecía otra, que más que defender la propia verdad atacaba a la del grupo opuesto. 2000 años de leyes, de confusión y de progreso, de anhelo de SER más y mejor, de mejora propia a costa de perjuicio ajeno. Era de definición del hombre frente a los elementos y la naturaleza, de búsqueda de la luz para conseguir la paz. Ahora, cercano ya el fín del milenio, estamos a punto de entrar en un nuevo ciclo, dejando atrás la era de Piscis. Entramos en la era de Acuario.

Pero ¿en qué preciso instante se producirá el tránsito?, ¿qué ocurrirá ese día?, ¿y después en los siguientes 2000 años?. Estos son los interrogantes a los que queremos responder.

No hay acuerdo en el momento en el que podemos definitivamente decir:

«Estamos en la Era de Acuario», pero más allá del año 2.160 se habrá producido la transmutación del eje polar de Piscis a Acuario, con lo que el influjo será pleno.

¿HACÍA DÓNDE VA LA HUMANIDAD?

Parece que el hombre siempre ha sido el mismo a lo largo de las épocas, si bien se ha mostrado con distintos ropajes, como agricultor, recolector, místico, brujo, constructor, etc… Pero pueden englobarse en tres tipos de personajes. Uno que podíamos llamar el Corpóreo, se encarga de preservar al hombre, su vida física. Es responsable de su voracidad, ya que esta parte de la mente está interesada en tener muchas cosas para asegurarse la subsistencia.

También quiere reproducirse; de esta forma se mantiene la especie. Y desea tener amigos y compañeros con los que acometer conjuntamente sus ambiciones materiales. Esta parte es como un niño: espontánea, inspirada (tiene acceso rápidamente a toda la información relativa a mantenerse vivo) pero también egoísta, un tanto irresponsable, porque no prevé las consecuencias de sus acciones, y como vive en el ahora, busca el máximo placer con el mínimo esfuerzo, ya que recordemos está encargado de mantener lo mejor posible el cuerpo.

Existe otra parte más racional que se ocupa de distribuir el tiempo y el esfuerzo con una visión más consciente, más amplia que su propio cuerpo; es el ser consciente. En él se registran todas las informaciones útiles respecto a lo que está ocurriendo en relación a sí mismo y a los demás. Es el punto entre uno y los otros, es la parte de nuestra mente que comprende, que elige, que se ciñe o no a las leyes, y que percibe cómo se puede hacer algo de la manera más eficaz. Su objetivo es captar información y distribuirla con la mayor utilidad.

Es la que nos dirige cuando conducimos un coche, la que nos advierte de que se nos está haciendo tarde, la que calcula los pros y los contras de las cosas y de nuestra responsabilidad con otros.

Y hay otra parte, el Yo Espiritual, que se encarga de hacernos ver que hay algo más allá, que siempre podemos ir más lejos, que sea cual sea nuestro estado se puede mejorar, y nos apunta al oído cómo, siempre que queramos oírlo, claro.

Durante muchos miles de años estos personajes que viven en nuestro interior como registros de la mente han estado en pugna y lógicamente las guerras, las desigualdades y todo tipo de conflictos han estado presentes.

El «Yo soy el cuerpo» del ser corpóreo se ha opuesto a «Yo soy la información» del ser consciente, y a su vez ellos se oponían al «Yo soy el amor eterno» del ser espiritual, que nos susurraba su inmortal anhelo.

Hemos sido múltiples y diferentes. Hasta la Revolución Francesa no se había hablado, salvo por los místicos y los mesías, de nuestra igualdad básica. Sin embargo se ha avanzado. El racismo, la esclavitud, la sensibilidad ante el sufrimiento ajeno, la ecología, han desarrollado nuevas actitudes. Y una vez que las necesidades básicas del hombre van alimentándose, el ser corpóreo se relaja y va dando paso a la necesidad de cultura, el alimento del ser consciente que analiza, compara y finalmente desemboca en el ser espiritual, para el que lo más importante es el contacto con lo superior que hay en nosotros.

La era que dejamos atrás, que viene marcada por el cambio de Piscis a Acuario, viene precedida por un notable aumento del bienestar en la Tierra, lugar que los míticos rechazaban con su aspiración de «muero porque no muero» y a este aumento se van sumando poco a poco más países.

Sin embargo, el conocimiento especializado y el trabajo intelectual «en serie» han empobrecido la mente, salvo honrosas excepciones, siendo el acceso a la cultura abierto pero poco propiciado por los valores sociales, desatendiendo con ello el ser consciente, que no es consciente muchas veces ni siquiera de las propias necesidades, olvidando simultáneamente a las de los demás.

Las aspiraciones espirituales, a las que generalmente se prestan oídos sordos, están dentro de nosotros luchando para ser atendidas, y los sentimientos de paz, hermandad y amor, a los que todos tenemos derecho, se han substituido por el ansia y la soledad o separatividad.

Está pues bastante claro que este es un momento en que la mayor parte de las deficiencias son más mentales y espirituales que físicas y se puede oir un clamor de angustia en las congestionadas calles de cualquier metrópolis de ahora. El proceso que nos lleve a una mayor felicidad, abundancia, paz, plenitud y confianza ya se está gestando.

Toda la infraestructura tecnológica actual, exceptuando la militar, tiene que ver con las comunicaciones, por lo que el sentimiento de hermandad está lentamente aumentando su caudal, tal y como el signo de Acuario anuncia. Él es el signo que rige la amistad y la colaboración desinteresada, la búsqueda de los otros tras el entendimiento, es decir, poniendo puentes.

La Nueva Era, por tanto, se dedicará a compensar los desajustes y desequilibrios que existen en lo profundo del hombre. Es previsible que junto con el aumento de la cultura, sean cada vez más los que tengan facultades extrasensoriales, videncia, telepatía, telequinesía, etc… Y el hombre del futuro, todavía lejano, podrá a través de una mente entrenada hacer que el objeto se acerque a él, en vez de ir él hacía el objeto. En esto consiste la telequinesia, en mover objetos a distancia. Es posible imaginarse campos de entrenamiento mentales, centros de educación de facultades mentales e incluso competiciones deportivas mediante estas habilidades.

Es muy posible que el desarrollo ético del hombre aumente y por ejemplo sea difícil la mentira, ya que se podrá ver el aura de los demás, de forma que el cambio de color la hiciera fácilmente reconocible.

Podemos imaginarnos todo tipo de adelantos técnicos, que seguro estarán presentes: coches voladores, transportadores de materia de forma instantánea. O máquinas para «sentir», además de ver realidades artificiales, para que por ejemplo podamos ir de excursión a Venus con un amigo que esté en cualquier parte del planeta o fuera de él, sin que ninguno de los dos tenga que moverse de su cómodo sillón; sólo mediante un casco y seleccionando la opción adecuada. Dentro de lo posible también hay sitio en este futuro para robots que realicen los trabajos domésticos.

Los sectores privilegiados serían el ocio y el esparcimiento, ocupando el arte un lugar destacado. Arte por ordenador, música, imágenes que cobran vida en tres dimensiones…

Representaciones teatrales en la sala de estar de casa. Los personajes serán casi reales, teniendo forma y volumen, y con sólo apretar un botón o incluso a través de una instrucción verbal, aparecerá o desaparecerá todo el decorado y los actores. Tal vez podríamos también entrar en la escena y representar uno de los personajes a nuestra elección.

Todo tipo de colonias espaciales, en Venus, Marte y la Luna. Más tarde en otros sistemas solares; será la hora del Hombre. Este tendrá acceso a cantidades enormes de información, podrá votar decisiones para su propio gobierno a través de su ordenador casero y muchas cuestiones podrán ser consultadas por el estado a los ciudadanos mediante este referéndum electrónico.

También es previsible una gran expansión de las drogas y fármacos, que producirán estados de placer y de alteración de conciencia pero sin efectos secundarios.

Es muy posible también que las cárceles no existan y aquel que cometa cualquier crimen sea tratado como a un enfermo al que hay que ayudar.

Las culpas, los miedos, los resentimientos serán tratados farmacológicamente de una manera efectiva, o bien mediante máquinas mentales que borren la negatividad del evento, recuperando la persona su actitud amorosa y apacible.

En cuanto a los bienes, todos contarán con lo mínimo imprescindible y grandes zonas de esparcimiento comunes y gratuitas.

No es todo color de rosa en este imaginario, aunque probable futuro. Está cercano el día en que cualquier persona pueda fabricarse su bomba atómica personal, mediante una sencilla operación en un garaje. Pero, aunque según aumentan las fuerzas tecnológicas y las posibilidades del hombre, aumenta también su capacidad para autodestruirse, para dañar a los otros, aunque caminemos por una senda muy estrecha, cada vez más estrecha según se va escalando la montaña del conocimiento y del saber, podemos ser prudentemente optimistas. El riesgo ya ha existido otras muchas veces a los largo de la historia y, aunque hemos estado muy cerca de esta situación límite propiciada por un loco o por un grupo de fanáticos, o por la defensa de determinados intereses, parece que algo auxilia al hombre cuando él ha decidido no morir.

En la actualidad esta decisión está por tomar ya que los problemas más urgentes como el hambre, la pobreza y el deterioro del medio ambiente, se entrelazan por una gran escasez espiritual y de conciencia, que aunque se habla mucho, realmente se hace poco.

Este estado de dejadez puede empañar seriamente nuestro destino y retrasar los maravillosos avances que pueden crear un paraíso en la Tierra. Nunca más que ahora fue necesaria la generosidad y el hombre actual empieza a darse cuenta de lo rentable que es. El ejemplo lo tenemos reciente. Si en la Segunda Guerra Mundial los Estados Unidos no hubieran respaldado a Europa, posiblemente América no sería tan poderosa. Ha tenido un enorme mercado en el que vender sus productos y una favorable acogida durante años a todo lo americano. La mejor campaña de publicidad es la asistencia y el dar.

La Nueva Era, a la que ya cantaban los hippies de los 60, tendrá una característica fundamental : «El intercambio de información». Es muy posible que durante los primeros siglos del tercer milenio la información gane en carácter de «privilegiada» y tenga un alto precio. Por ejemplo, accesos restringidos a terminales de información especializada, penas importantes por el mal uso de la información, precios muy altos por información rápida y precisa, subirá la cotización del saber, y se realizarán costosas inversiones para canalizarla, ya que será enorme la cantidad de datos y noticias a analizar.

Ante esta avalancha de poderes y posibilidades el hombre se asusta y sobrecoge, se siente empequeñecido porque no conoce su grandeza. Sin embargo, este será el verdadero desafío del hombre ante sí mismo y, más que un desarrollo científico que también es necesario, será imprescindible un crecimiento espiritual, para que el hombre no se tema a sí mismo.

Puede llegar el día en el que el ser humano empiece a despertar y sea consciente de que puede transferir su conciencia a distintos planos, puede moverse en varias dimensiones incluidas el tiempo, que podrá conversar telepáticamente con personas distantes y también con máquinas, que pueda crear belleza porque está hecho de eso mismo, que sepa dominar su mente y sus deseos, que conviva armónicamente con los demás porque disfruta estando consigo.

En su mano estará colaborar con la obra de la naturaleza y crear seres que sean diseñados por su mente: trigo que produzca unos granos de 1 kg., plantas que se adapten al desierto, que florezcan en el Ártico, frutos que no se pudran o crecimientos ultrarrápidos con docenas de cosechas al año. Y dentro de este campo de la ingeniería genética es factible pesar en cuerpos de repuesto para los humanos, o generaciones artificiales de órganos que mantengan la vida casi indefinidamente, o hasta que el hombre o la mujer decidan cambiar de dimensión de una forma consciente.

Y es que esa palabra, «consciencia» constituirá la llave de la próxima era, la de aprovechar más el tiempo sabiendo a través de la experiencia, ya que el hombre tiene una gran sed de ser, de ser algo, de ser alguien, de ser rico, para sentirse fuerte, libre y capaz. Pero lo único que nos separa de sentir todo esto es el vernos aislados, convertidos en una isla, sin contacto ni acuerdo, sin sentido de nuestra propia grandeza, sin sentimiento de valor propio.

Pero para esto, el ser humano camina hacia ser algo más de lo que es ahora mismo, hacia una gran mutación, comparable a la que le hizo pasar de ser un recolector de frutas a un agricultor, pero de más trascendencia, explorando territorios más amplios que nunca. Y como decía Nietzche «El hombre es una cuerda que se tiende entre el animal y el superhombre: una cuerda en un abismo». Y es en esta nueva era que comienza en la que el ser humano puede ser un gran ser, grande en poder y grande en sabiduría y en amor, ya que por más poder que acumule si no sabe emplearlo sabiamente ¿no es un loco con una bomba en las manos?. Afortunadamente el destino raramente da más poder a los humanos del que pueden manejar. Una vez que hemos aprendido bien a andar, podemos empezar a pensar en volar ¡pero no antes!.

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