CARTA DE AMOR A LEO

Disfruta de este texto lírico que se convierte en una carta de amor a Leo.

LEO

En dónde empieza la vida para ti, es lo que quiero saber, porque si comienzas siempre en ti, no sé si llegarás a mí. Y no quiero desafiarte, ni ver tu alma flameando; más bien quiero ver tu corazón dándome calor, convertido en sol de mediodía, llegando a tu cenit. Sé por favor, una vez cada dos y no solo por mí, la fuente para el agua, el color para la flor, el viento para la nube y escúchame cuando me hables.

Quiero decirte que a veces me aturdes y otras me llenas de gozo. Eres para mí un latido constante, una promesa alada. Y cojo mi antorcha y me uno a tu fuego que arde tanto… hasta que levantas tu voz y alguien te recuerda que es verdad, que necesitas, secretamente, que la admiración caiga a tus pies desmayada y todos vitoreen tu nombre y te vistas de victorioso laurel.

Creo que hay alguien en ti que te lo da y te lo quita todo. Y tal vez no te deja recordar las muchas batallas que has ganado. Te las quiero recordar: cuando pusiste delante la generosidad de la avaricia, cuando perseveraste sin caer en la derrota, cuando miraste más por los demás que por ti, iluminaste tu sombra con otra sonrisa. Y cuando quieres jugar, buscas la alegría desesperadamente, quieres que nunca te den el alto, tomar el cielo por asalto, reírte a carcajadas y confiar en tu hada.

Me gustaría recoger tu luz, darle forma de cristal y construir con ella un castillo en el horizonte para que descanses sobre tu meta. Después me gustaría recordarte tu fuerza, con la que eres capaz de levantar al caído; tu vivacidad, con la que festejas la vida; tu sed de gloria que a veces puede saciar la palabra amable de un niño y tu capacidad para iluminar las largas tardes de otoño.

Cuando vea que tu furia me alcanza, pensaré en los momentos en los que me has dado tanto calor y esperanza, cómo abriste las ventanas de mi habitación de par en par y danzaste con mucha soltura para hacer magia y atraer la suerte y cómo una paloma blanca entró a verme. Nunca olvidaré cómo miras al cielo, ¡como si fuera tuyo! y pudieras repartir trocitos a los que han perdido su canción. Quiero llamarte antes de que amanezca, para verte brillando.